El pueblo de Puebla de Lillo, cabeza del municipio del mismo nombre, se ubica en la provincia de León, a unos 76 kilómetros de la capital. Una comarca habitada desde la Edad de los Metales, siendo algunos de sus moradores los astures y vadinios considerándose el río Porma como divisoria de ambos pueblos. A principios del siglo VIII muchos hispano-visigodos se refugiaron en estos valles y montes huyendo de los musulmanes. La zona adquirió especial importancia cuando Ordoño II estableció la capital del Reino en León.
Las praderias y extensos pastizales fueron de vital importancia para los ganados de los monjes y nobles. El desarrollo de la Trashumancia estuvo ligado a la Reconquista, lo que permitió el asentamiento de leoneses en el valle del río Alagón. La ganadería trashumante se desarrolló de manera importante durante el S. XIII destacando la oveja merina.
Un territorio de leyendas y personajes mitológicos como la Vieja el Monte, el cuelebre y los trasgus. Por encima de todas las leyendas destaca la de la bella Polma (astur) y el jóven Curienno (celta). El cónsul romano Canioseco se enamora y se casa con ella. Curienno la libera la noche de su boda y huyen a las altas montañas de Cofiñal. Perseguidos por los romanos Curieno da muerte a su amada y huye al valle de Vegarada donde es abatido. Las xanas convierten los charcos de sangre en fuentes del río Porma y Curueño, que terminan abrazándose en Ambasaguas.
Este territorio está formado por las localidades de: Puebla de Lillo, Redipollos, San Cibrián de la Somaza, Solle, Camposillo, Cofiñal, Isoba y el Puerto de San Isidro.
